jueves, 28 de junio de 2007

París V: El Museo del Louvre y de Orsay.

Hoy nos toca visitar museos. Sin duda, los dos más importantes de París, aunque no los únicos, son estos: el Louvre y el Orsay. Realizar una visita completa, detenida y bien hecha a cada uno de ellos podría llevarnos varios días; sobre todo en el caso del Louvre en el que qué hay que seleccionar qué se quiere ver si no quieres no ver nada, pues es enorme y tiene un gran número de obras maestras que todos deseamos observar de cerca.

El edificio, como casi todo en París, es impresionante. Se trata de una fortaleza del siglo XII con ampliaciones renacentistas. Antes de convertirse en museo, fue palacio real, y, tras la construcción de Versalles, pinacoteca real. El último añadido al edificio fue la famosa pirámide de cristal que se sitúa en su entrada desde 1989. Está justo en el centro de los tres pabellones y, aunque es la más grande y la que más se ve, no es la única, puesto que en el interior el museo, y exactamente debajo de ésta, hay una pirámide invertida. Lo cierto es que el edificio del museo es de un estilo muy clásico y esta pirámide, aunque impresionante, quizás sea, por la utilización del vidrio y el acero, excesivamente moderna.

Nosotros visitamos el Louvre por la tarde, y la verdad es que no sé si fue el mejor momento para hacerlo, porque había muchísima, muchísima, muchísima gente. Responsable, en gran medida, de esto, es Dan Brown, que con esa pésima novela con la que ha cosechado tanto éxito, El código Da Vinci, ha puesto de moda la visita a los lugares en los que se sitúa su narración y la posterior, y también nefasta, película. Cuando caminábamos por los pasillos del museo, apretujados entre la gente y quitándonos los jerséis de lana y el segundo par de calcetines que llevábamos puestos, porque la calefacción reproducía el calor del agosto español; nos sentíamos arrastrados por la corriente de personas que caminaban como autómatas haciendo enormes colas para ver la Gioconda. Cuando conseguimos llegar hasta el retrato, era tal la aglomeración a su alrededor, que no sólo no conseguí descifrar su enigmática sonrisa, sino que apenas conseguí verla. Sin embargo, muchos de los visitantes que nos rodeaban, cambiaban su gesto y se quedaban ensimismados ante la visión del cuadro. Quizás me falta sensibilidad artística, aunque yo creo que lo que me faltaba, realmente, era aire para respirar. En definitiva, somos gilipollas.

A pesar de todo, el museo me gustó mucho, porque recorre la historia de la pintura y la escultura europea desde el siglo X hasta el XIX, y porque cuenta con importantes colecciones de arte egipcio, antigüedades orientales, arte islámico…que te dejan boquiabierto durante horas.

Si tenéis la oportunidad de visitarlo, no dejéis de ver el apartamento de Napoleón, os impresionará la decoración, el mobiliario, la iluminación… No sé si porque era el lugar en el que menos gente había, pero lo cierto es que me encantó.Quizás porque es menos visitado; tal vez porque es más pequeño y se puede ver entero, o, a lo mejor, porque tengo predilección por el arte de los últimos siglos; me gustó mucho más el Museo de Orsay. Fue inaugurado en 1986 y se sitúa en una antigua estación de tren en la que se pensó, antes de decidir convertirla en museo, que fuera un hotel. En el podemos ver pintura impresionista, escultura, mobiliario art decó… en definitiva, un buen resumen del arte europeo de finales del XIX y principios del XX.

Está situado en un lugar encantador, justo en la orilla más tranquila del Sena, caminar por sus alrededores es una delicia. Y si por fuera es un edificio bonito, por dentro no lo es menos: todas las salas dan a una galería central acristalada, el lugar que ocupaban las vías de la antigua estación de tren, eso hace que sea un espacio luminoso y diáfano en el que apetece sentarse a descansar mientras se observa alguna de las impresionantes esculturas que allí se exponen. Aquí tenéis algunas fotos de esa galería central y del precioso reloj que la observa desde lo alto:

Y, tras otro agotador día, un paseo por el Sena, y al hotel.

Una confesión final: las fotos de los interiores de los museos son mías, pero las de las fachadas, reconozco que fue un despiste no hacerlas, están sacadas de la Red, por eso se ven peor, están muy pixeladas.

miércoles, 27 de junio de 2007

Dactilógrafo, Mario Benedetti.

Reconozco que me gusta mucho Mario Benedetti. Leo su poesía y me emociona su capacidad de reflexionar sobre los sentimientos mas íntimos y profundos, no a través de un lenguaje erudito y de una forma asfixiada en los cánones métricos; sino, partiendo de un tono totalmente coloquial, llano, cercano..., de los juegos textuales, del humor, del compromiso con su historia.


Ahora lo estoy conociendo como narrador, y La tregua me está pareciendo una maravilla de novela de la que pronto os hablaré. Ando emocionada por esa capacidad, que no sólo se circunscribe a su poesía, de decir tanto de la manera más sencilla.

De casualidad, paseando por la Red, he encontrado una grabación de Benedetti recitando uno de sus poemas. Me ha hecho mucha ilusión, la verdad, pues, si no me equivoco, en ese recital, que tuvo lugar en la Universidad de Alicante, estaba yo, abrazada a su libro y escuchándole con la boca abierta y los pelos de punta (es una lástima que esté ya tan mayor y no venga tanto por estas tierras a contarnos cosas y a leernos sus poemas).

He decidido compartir mi hallazgo con vosotros, si queréis escuchar el poema mientras lo leéis, pinchad en el título.


"Dactilógrafo"

Montevideo quince de noviembre
de mil novecientos cincuenta y cinco
Montevideo era verde en mi infancia
absolutamente vrede y con travías
muy señor nuestro por la presente
yo tuve un libro del que podía leer
veinticinco centímetros por noche
y después del libro del que podía leer
y yo quería pensar en cómo sería eso
de no ser de caer como piedra en un pozo
comunicamos a usted que en esta fecha
hemos efectuado por su cuenta
quién era ah sí mi madre se acercaba
y prendía la luz y no te asustes
y después la apagaba antes que no durmiera
el pago de trescientos doce pesos
a la firma Menéndez & Solari
y sólo veía sombras como caballos
y elefantes y monstruos casi hombres
y sin embargo aquello era mejor
que pensarme sin la savia del miedo
desaparecido como se acostumbra
en un todo de acuerdo con sus órdenes
de fecha siete del correinte
eran tan diferente era verde
absolutamnte verde y con tranvís
y qué optimismo tener la ventanilla
sentirse dueño de la calle que baja
lugar con los números de las puertas cerradas
y apostar consigo mismo en términos severos
rogámosle acusar recibo lo ante posible
si terminaba en cuatro o trece o diecisiete
era que iba a reír o a perder o a morirme
de esta comunicación a fin de que podamos
y hacerme tan sólo una trampa por cuadra
registrarlo en su cuenta corriente
absolutamente verde y con travías
y el Prado con caminos de hojas secas
y el olor a eucaliptus y a temprano
saludamos a usted atentamente
y desde allí los años y quié sabe.

Mario Benedetti-Poemas de la Oficina

martes, 26 de junio de 2007

Las playas de Calblanque.

Hace 3 ó 4 años un grupo de amigos decidimos alquilar un apartamento para pasar allí la semana que iba desde Nochevieja hasta Reyes. Lo pensamos demasiado tarde, de modo que no pudimos elegir destino y acabamos en la Manga del Mar Menor. No voy a negar que es un sitio bonito y que debe ser “excesivamente” animado durante el verano, pero lo cierto es que en invierno es una ciudad solitaria y triste: tiendas cerradas, nadie por las calles… en definitiva, no encontramos ningún bar, cafetería, garito (nos daba igual lo que fuera) que estuviera abierto más allá de las diez de la noche al que ir a tomarnos unas copas.

De modo que, cuando los ambientes urbanos fallan y el ambiente de fiesta no tiene cabida fuera de las cuatro paredes de un apartamento de playa, hay que buscar el modo de no aburrirse; así que nos dedicamos a recorrer el litoral murciano. Y lo cierto es que es precioso, a pesar de responder a un plan de urbanismo que no ha tenido en cuenta la agresión a la naturaleza que supone; de hecho, es casi imposible imaginar cuál era el estado de esas playas antes de la llegada de los edificios setenteros que las invaden.

Un compañero de trabajo me había dicho que no podía dejar de visitar las playas de Calblanque, así que decidimos buscarlas. Encontrar el camino que da acceso a este lugar fue una odisea: se accede a la Manga a través de una vía rápida y en ella está el cartelito que marca el camino, pero no lo veremos si salimos de la ciudad, porque sólo está colocado en el carril de acceso. Cuando por fin encontramos el dichoso cartel, entramos en un camino de tierra que parecía no llevar a ninguna parte; pero nos llevó hasta un aparcamiento. Dejamos allí el coche y comenzamos a andar por uno de esos caminitos de tablas que ahora se colocan en todas las playas, pero lo cierto es que no veíamos el mar. De repente lo vimos, y todos nos quedamos con la boca abierta. Era un lugar maravilloso: unas playas vírgenes que, inexplicablemente, se han salvado de la invasión del ladrillo y del turista. Y en ese momento, solos en aquella playa, nos sentíamos como si hubiéramos descubierto un lugar secreto e inexplorado, como si fuéramos los primeros en pisar esa arena, en sentir ese sol, en oler el salitre del mar… Disfrutamos muchísimo de esa mañana de playa en un caluroso día de diciembre, y nos prometimos que volveríamos en verano, con más tiempo y más calor, para vivir ese lugar con la tranquilidad del turista estival.

El año pasado, de vuelta a casa tras pasar un fin de semana de junio en Almería, decidimos enseñar a nuestros acompañantes las playas de Calblanque. Así que nos desviamos de nuestro camino para pasar por allí, fue entonces cuando nos dimos cuenta de que ese idílico lugar que creíamos escondido y desconocido para los demás, era una playa nudista repleta de gente. Y es que, ¡ya no quedan rincones secretos…! pero, por lo menos sí poco conocidos; de modo que, os animo a visitar, desnudos o vestidos, en invierno o en verano, una de las pocas playas vírgenes que quedan en el Levante español.


jueves, 21 de junio de 2007

El extraño viaje, Fernando Fernán Gómez.

Esta película fue filmada en 1964, y, desde mi punto de vista, es una de las obras maestras del cine español. Su argumento parte de un esbozo de historia que había realizado Berlanga al leer en El Caso la noticia del llamado “Crimen de Mazarrón”, de hecho, Fernán Gómez quiso titular así su obra, pero problemas con la censura y con el ayuntamiento de dicho pueblo, que creía que algo así haría que se tuviera una imagen negativa de sus vecinos, hicieron que el tituló se cambiara por el de El extraño viaje, que, en mi opinión, es mucho más apropiado.

Se trata de una magistral película que mezcla muchísimos géneros: el documental, el terror, la parodia, la comedia, el cine negro…, pero que tuvo muchas dificultades para llegar al gran público. Tardó 5 años en estrenarse, y cuando lo hizo fue en un cine de barrio en un programa doble como complemento. Gracias a un crítico que la vio y realizó una reseña sobre ella en la revista Oráculo, la crítica empezó a interesarse por ella.

Situada en un pueblo cercano a Madrid, nos muestra de una manera un tanto costumbrista a los habitantes de la localidad: la chica joven a la que todos consideran un fresca, que viste a la ultima y que quiere irse a la capital a triunfar como artista; el cantante de la charanga que actúa los fines de semana en el pueblo, que miente a la chica con la que sale para conseguir sus besos y sus caricias; la mercera desconfiada a la que roban un corsé de su tienda y denuncia, sin pruebas y por su apariencia, a una chica ante la policía; los viejecitos que ocupan sus noches ejerciendo de voyeurs…. Y es que, el tema de la provincia aparece aquí desde el esperpento y adopta los puntos de vista del cine neorrealista. Todos los personajes quieren triunfar en algo: casarse, salir del pueblo… Viven en un pueblo en el que no hay industria, se mantienen del fruto de las tierras y de las rentas. En todos hay un deseo de escapar de su realidad que no se cumple. Y ese sentimiento de frustración es común en todos los grupos sociales. De manera que Fernando Fernán Gómez no nos ofrece un simple retrato costumbrista de la España profunda de los 60, sino que, partiendo del objetivismo, realiza una crítica al anquilosamiento de los pueblos de la época.

Nos cuenta la historia de Ignacia y sus hermanos que viven en una mansión en la plaza del pueblo, pero sin mantener ningún tipo de relación con sus vecinos. Los hermanos, que viven aterrorizados por el carácter de su hermana, en una discusión la matan. En ese momento los encuentra uno de los músicos de la orquesta que mantiene una relación, “muy especial”, con Ignacia. Él los ayuda a esconder el cadáver en un barril de vino, y también a huir del pueblo. Los lleva a una playa levantina con la falsa promesa de un barco que iría a buscarlos para llevarlos a América y allí los envenena. El pueblo se entera del fallecimiento de los dos hermanos, pero no saben nada de Ignacia, hasta que el dueño del bar, al coger el vino de los barriles encuentra su cadáver. Todo se precipita y el cantante confiesa su delito.

Es una película sorprendente que no abandona la intriga y el humor y que contiene escenas transgresoras que lograron escapar de una censura torpe que se preocupaba más de la no aparición de ideas políticas, sexuales o religiosas, que de entender el mensaje que contenían los films.

Particularmente llamativo es el papel de Carlos Larrañaga, acostumbrados a verlo como el típico galán romántico, cursi y algo canalla, pero con un gran corazón, papel al que nos tiene acostumbrados. Aquí interpreta al músico de la orquesta, un hombre sin escrúpulos, mentiroso, timorato, manipulador y manipulado. O Rafaela Aparicio, que en la mayoría de sus películas es la criada, la tía, la madre graciosa y risueña; aquí es una mujer miedosa, fantasiosa, infantil… pero al mismo tiempo vengativa y rencorosa.

Si no la habéis visto todavía, tenéis que hacerlo, porque es una obra maestra. Y, si ya la conocéis, ¿Por qué no volverla a ver? Eso sí, no esperéis que la echen por televisión, porque las películas españolas de estos años sólo las emite Cine de Barrio y ésta no reúne las características de la España de toros y pandereta que nos muestra ese programa. No sé, quizás, algún día, sobre las dos o las tres de la mañana, la pongan en La dos. Vete tú a saber.

miércoles, 13 de junio de 2007

París IV: La Ópera de Garnier y Notre-Dame.




¡Y seguimos recorriendo París!

La Ópera de Garnier es un bellísimo edificio neobarroco que lleva el nombre del que fue su arquitecto, Charles Garnier, que construyó el edificio bajo las órdenes de Napoleón (como casi todo en Paris).

Como podéis ver en la foto, a pesar del barracón de madera que tiene delante de la fachada, en un edificio decorado para provocar todas las miradas. Y, en su interior, los mármoles de colores; las estatuas; las esculturas de ninfas, querubines, motivos naturales…; las impresionantes lámparas, las pinturas de los techos…; consiguen que tu imaginación eche a volar, y te veas bajando por las imponentes escaleras con un fabuloso y carísimo vestido de noche (que te sienta genial y te hace superdelgada), con unos joyones de diamantes, con el pelo y el maquillaje perfectos, y con un bolsito, muy, muy, muy pequeñito, pero lleno de billetes de 500 euros. Pero, en ese momento, un turista japonés cargado con la cámara fotográfica más moderna del mercado, te da un empujón porque quiere hacerse una foto en ese lugar desde el que tú observas lo que te rodea y sueñas con ser la protagonista de una película americana de los 50. De todos modos, si os gusta la ópera y queréis daros un capricho, podéis ver allí una representación, y luego me contáis qué tal.

¿Qué os parece por dentro? Impresionante, ¿verdad? A mí me gustaría poderos decir que yo hice esta foto, pero no es así, las fotos que yo hice del interior están movidas, borrosas, oscuras… en fin, un desastre.

A la salida de la Ópera podéis dar un paseo por las calles que la rodean, y no evitéis la tentación de incluir en él, una visita a Galeries Lafayette, ya no tanto por las compras que allí se pueden realizar, sino como por la decoración del centro comercial: yo viajé a Paris en enero y el árbol de Navidad colocado en el centro del comercio me dejó impresionada, si os apetece ver la imagen, pasad por Voy de viaje”.

Y llega la hora de comer, y ahí viene el gran dilema de todo español que visita la capital francesa: ¿dónde comer bien y barato? Bien, lo que se dice bien, no es que se coma en Mc Donalds, pero si que es barato, debemos reconocerlo. Las pizzerías y los restaurantes que ofrecen un menú tampoco son demasiado caros, y no se come mal del todo. Pero en esta zona no vais a encontrar nada de esto, en cualquier restaurante vais a comer muy bien, pero no lo bien de precio que querríais. Así que, ahí va un consejillo que a mi me dio mi amiga Eva: Hay 2 cadenas de restaurantes que hacen comida francesa a un precio bastante asequible, además, en las dos se come muy bien y el trato es muy agradable, son Bistro Romain e Hippopotamus. Si cuando planifiquéis vuestro viaje os marcáis en un plano los restaurantes cercanos a los lugares que queréis visitar, no os volveréis locos buscando un lugar que os guste para comer.


Después de la comida, a coger el metro y hacia Notre-Dame. Hay que llegar temprano si queréis subir a su campanario. Nosotros lo intentamos en 2 ocasiones, pero la cola para poder ver las gárgolas de cerca era tan larga que 1 hora antes de cerrar prohibieron que se siguiera poniendo gente en ella, porque, de haberlo hecho, nos hubiéramos quedado, igualmente, sin subir.

Esta catedral es uno de los pocos monumentos anteriores a la Revolución Francesa y a un Napoleón al que le dio por transformar el París de su tiempo, de hecho, es un edificio gótico que data del siglo XII. Yo he de reconocer que fue uno de los lugares que más me gustó de la ciudad. Se encuentra al lado del Sena y del Barrio Latino, y es que el entorno ya es una maravilla. Por dentro impresionan, no tanto sus famosas vidrieras (no hay tanta luz en París como para que se aprecie su belleza), como la sobriedad y elegancia del templo. Y llama muchísimo la atención el hecho de que no se cierre durante la misa a los turistas, de modo que, cuando entras, y oyes al cura dando su misa en francés, no sabes si debes realizar la visita de turista que pretendes o no; pero te dejas llevar por la gente y acabas dándole la vuelta sin mostrar el menor respeto por la liturgia religiosa.

Y, tras la visita, lo mejor es pasear por el Barrio Latino, comprar souveniers y comer algo por allí (el mejor crepe de chocolate que he comido nunca, lo comí en un puestecillo que hay enfrente de la fachada izquierda de Notre-Dame).

El barrio debe su nombre a los estudiantes de la Sorbona que habitaban en sus casas durante la edad media y que hablaban latín. Es obligatorio el paseo por las inmediaciones de la iglesia de St-Séverin, rodeada de calles repletas de comercios y restaurantes, los que más abundan son los griegos (muy parecidos a los restaurantes turcos que nosotros conocemos en España), comer allí resulta bastante económico, pero tened cuidado con el que elegís, porque no en todos reina la higiene y la pulcritud.

domingo, 10 de junio de 2007

NO al concierto de bachilleratos.


A finales del mes de abril, los responsables del área de Educación del gobierno valenciano y los sindicatos, se reunían para discutir aspectos relacionados con la situación laboral de los profesores y maestros de la Comunidad Valenciana. Parecían no llegar a un acuerdo, de modo que uno de esos sindicatos convocó una huelga, que no fue mayoritariamente seguida por los docentes. Sin embargo, de un modo casi inexplicable, tras esa única jornada de paro, el gobierno valenciano decidió conceder algunas de las peticiones sindicales, entre ellas la subida del sueldo de los profesores de la comunidad (cuyo salario era de los más bajos de los docentes españoles).

Unos días después, sin que nadie lo esperara, el gobierno valenciano aprobó la ley por la cual, a partir del curso 2007-2008 se conciertan los bachilleratos privados. Esto significa que, con dinero publico, se subvencionará el 80% de la matricula en estos centros. Es decir, que si una familia pagaba unos 300 euros al mes porque su hijo estudiara en estos centros, ahora pasaría a pagar unos 30. Esta claro que no les interesaba hablar de esto cuando se negociaban otras cosas, porque, de haberlo hecho, los sectores implicados en la educación pública se les hubieran echado encima.

Supongo que los padres que tengan un hijo en un centro privado estarán dando saltos de alegría. He escuchado decir que esta es una medida que iguala a pobres y ricos, pero, si esto es así, ¿tendrán, realmente, las mismas opciones de conseguir una plaza en un centro privado mis hijos y los de Alicia Koplovich? Las diferencias de clase siempre existirán. Es más, a mí me da la sensación de que con medidas como ésta se acentúan todavía más. Os pongo un ejemplo: en otras comunidades autónomas, gobernadas por el PP, esta ley ya está en marcha. Los gobiernos no se han preocupado de la necesidad de dinero en los centros públicos y han destinado el dinero de los impuestos de sus contribuyentes hacia los centros privados. En Madrid, por ejemplo, muchos centros públicos no tienen oferta de Bachillerato porque no tienen alumnos y las autoridades no han hecho nada para asegurar que no se perdiera esa oferta. Entonces, yo me pregunto, ¿y si una familia no puede pagar 30 euros al mes para que su hijo estudie? ¿no estudia? . Entonces, ¿no estamos fomentando una educación para ricos y otra para pobres?

No acepto una ley que considero, como alguien ya ha dicho, legal pero inmoral. No acepto que el dinero público se destine a financiar lo privado. No acepto que no se puedan asegurar puestos de trabajo en el sector público y que se fomente la contratación de profesores en la enseñanza privada. No acepto la demagogia de unos políticos que “me venden la moto” de la igualdad entre pobres y ricos cuando fomentan la desigualdad social…. Y afortunadamente no soy la única que manifiesta su opinión ante algo que considera injusto, así que, desde aquí, va mi animo a los profesores, padres y alumnos que se están manifestando, realizando protestas, firmando manifiestos... para que esta ley no se lleve a la práctica.

Aquí tenéis una serie de enlaces a páginas que comentan el tema, porque la mejor manera de crearse una opinión sobre algo, es estar informado.

miércoles, 6 de junio de 2007

París III: La Plaza de la Concordia.


Hacía mucho tiempo que no os hablaba de mi viaje a París , así que ya es hora de retomar la visita a esta preciosa y oscura ciudad. Si os estáis planteando viajar a “la ciudad del amor” (o bien, a “la ciudad del no amor”, porque cuando llegas al hotel el dolor de pies por las largas caminatas es tan insoportable que no te apetece más que dormir, dormir y dormir), una buena opción es viajar en avión. Si tenéis la suerte de vivir cerca de un aeropuerto que cuente con vuelos de Click air, lo haréis por muy poco dinero: para que os hagáis una idea, dos billetes de ida y dos de vuelta, con tasas incluidas, nos costaron unos 115 euros, así que estad pendientes, reservad con tiempo y viajad barato.

En esta serie de post sobre París, habíamos visitado ya la Torre Eiffel, la Defense y el Arco del Triunfo. Si no os queréis dejar nada por ver, un recorrido posible y que os llevaría todo un largo día, podría comenzar en la Defense, desde allí, en metro llegar al Arco del Triunfo, y, caminando llegar hasta la plaza de la Concorde. El paseo es muy agradable, puesto que la avenida que une el arco con la plaza es la de los Campos Eliseos, de modo que imaginad que encontrareis por allí: tiendas, tiendas, tiendas… Algunos consejillos:
  • No dejéis de visitar la tienda de Peugeot, encontrareis versiones muy originales de coches que todos conocemos, yo me quede impresionada con el 307 monovolumen que estaba decorado en estilo Luis XV, con sus sillones troquelados, su tapicería bordada.
  • En los Campos Eliseos no hay un solo restaurantes barato. Supongo, además, que ya sabéis el precio de un café en cualquier cafetería parisina, de modo que, si os apetece descansar un ratito tomando un café en los Campos Eliseos, aprovechad la terrada de McDonalds.
  • Si vais a París pero no pensáis visitar Eurodisney, tenéis que entrar a la tienda que Disney tiene en esta avenida. Acabareis comprando muñequitos, trajecitos y millones de tonterías para los niños de la familia, pero, por lo menos, durante un ratito sentiréis la magia del mundo de fantasía de Disney.


Así que, cargados de bolsas llegareis a la Plaza de la Concordia. Sin duda, lo que más impresiona en ella es el obelisco egipcio que esta justo en el centro. Es, sin discusión, el monumento más antiguo de París. Una leyenda cuenta que fue un encargo de Josefina a su esposo, Napoleón, cuando éste salio a conquistar Egipto en 1798. Verdad o no, lo cierto es que este obelisco egipcio erigido por Ramses II acabó aquí, en París. Lo cierto es que el ingeniero naval Jean-Francois Champollion, que consideraba que este obelisco de Luxorestaba en peligro de destrucción, propuso trasladarlo a la capital de Francia, como, en definitiva, era deseo de Napoleón. Tras un periodo de conversaciones, las autoridades francesas y egipcias se pusieron de acuerdo, y, el 22 de octubre de 1836, se erigió en esta plaza ante 200.000 personas.

La vista desde la Plaza de la Concorde es maravillosa: enfrente: el Arco del Triunfo, a la izquierda, el Sena y la Torre Eiffel; detrás, los “afrancesados” jardines de Tuileries (repletos de fuentes, estatuas...; y, a la derecha, la iglesia de la Madeleine.

Para llegar a la Madeleine, pasamos por las calles que comprenden una de las zonas comerciales de alto standing, imaginad qué tipo de tiendas veréis por allí. Bueno, y si os apetece poder contar a vuestros amigos que habéis comido en uno de los restaurantes más famosos del mundo, hacedlo en Maxim΄s, que está en esa calle.

La iglesia de la Madeleine, os llamara muchísimo la atención por su arquitectura clásica, como si se tratara de un templo griego, de hecho, hasta que uno no entra en ella, no es consciente de que es una iglesia. Se construyó 1764 como iglesia católica, pero, durante la Revolución francesa y los años posteriores, se utilizó como Templo homenaje a la Gran Armada, tuvo esa función hasta la construcción del Arco del triunfo en 1842, año en el que volvió a tener las funciones de iglesia católica.

Y tras otro agotador día, al hotel, ¿quién dice que esa noche París no pueda ser Ciudad del Amor…?

lunes, 4 de junio de 2007

La Fortaleza del Sol, Lorca.


Hace unos meses nos regalaron, a mi chico y a mi, uno de estos bonos que te permiten alojarte gratuitamente en un Parador (gracias Antonio), caducaba ese fin de semana, así que nos pusimos manos a la obra en busca de un lugar cercano y con disponibilidad inmediata. La búsqueda no nos fue lo bien que nos hubiera gustado, a esas alturas, el único Parador en 400 kilómetros a la redonda disponible era el de Puerto Lumbreras. Como se deduce de lo dicho hasta ahora, comprenderéis que el establecimiento no respondía, exactamente a lo que uno piensa que es un Parador, (Antonio, no te tomes la crítica al Parador como algo personal, sabes que puedes contar con nosotros cada vez que no sepas qué hacer con un bono de hotel): Está justo al lado de una carretera nacional que, en su reconstrucción se ha llevado prácticamente todo el jardín; el suelo de las habitaciones, por lo menos de la nuestra, no estaba recto, tal era la inclinación, que una de las patas de una de las dos camas, se quedaba en el aire; el hall necesita una urgente redecoración… en definitiva, que este no es precisamente el Parador idílico en el que uno encuentra la tranquilidad y el sosiego que no tiene en su vida cotidiana. Lo que si encontramos es la maravillosa cocina de los Paradores y el excelente trato de los que trabajan en ellos. En eso no hay distincion entre el de Puerto Lumbreras y cualquier otro.

De vuelta a casa, después de ver, en media hora la ciudad que nos alojaba, pasamos por Lorca. Habíamos oído muchas veces en la radio eso de Lorca, ciudad medieval”, y nos picaba la curiosidad. Faltaban unos días para Semana Santa, y el pueblo estaba engalanado y las avenidas principales estaban llenas de palcos para ver las procesiones. No teníamos demasiado tiempo, de modo que nos pasamos por el “Centro de Visitantes”, un antiguo convento del siglo XVIII, allí una chica nos informó de lo mucho que su pueblo ofrecía al turista, y, como no teníamos demasiado tiempo para poder disfrutar de todo, fuimos directamente al castillo, a la Fortaleza del Sol.


Hacía un sol de justicia cuando llegamos al castillo, y la verdad es que creo que nosotros, junto con 2 grupos de amigos que vimos por allí, éramos los únicos visitantes. Como era temporada baja, con la entrada, que si no recuerdo mal costaba 3 euros, nos dieron un audioguía. Todos sabemos lo pesado que puede resultar el palo ese, y me da la sensación de que los encargados de la Fortaleza también lo saben, porque nos estuvo comentando la chica de recepción, que durante la temporada alta y en cualquier temporada, con motivo de excursiones escolares, el castillo se enseña de una manera bien distinta. Al parecer, tras pasar por el "túnel del tiempo" (una densa cortina de humo), apareces en la Edad Media, y son actores que recrean a los lugareños de antaño, los que te lo muestran y te cuentan historias que allí tuvieron lugar.


Alfonso X El Sabio comen la construcción de esta fortaleza que fue terminada en el siglo XIX. El único elemento que queda del siglo XII es la Torre Alfonsina que está en plena restauración. Si observáis la foto, veréis que detrás de ella hay una gran grúa, y es que tras ella se está construyendo un Parador Nacional. La recepcionista nos contó que al hacer los cimientos encontraron las ruinas de una sinagoga del siglo XII, y que estaban trabajando en ellas para que fueran visitables pasando por un pasillo desde el hotel que llevaría a la Torre.

En Lorca, no sólo están sabiendo aprovechar su patrimonio, desde el punto de vista turístico, sino que, además, lo están haciendo con gran originalidad. Nosotros tenemos pendiente una nueva visita a la Fortaleza del Sol ahora, en temporada alta. Además, sólo vimos de pasada su preciosa plaza y los bonitos edificios de la ciudad, de modo que, cuando esté hecho ese Parador que ahora está en construcción, si de nuevo tenemos suerte y nos vuelven a regalar el alojamiento de una noche, iremos a disfrutarlo en este futuro hotel que sí parece ser uno de esos hoteles en los que el viajero encuentra la forma de liberarse "del pesado fardo de sus preocupaciones".

sábado, 2 de junio de 2007

Entre visillos, Carmen Martín Gaite.

Tras la Guerra Civil muchos de los novelistas que habían comenzado unos años antes sus carreras salieron al exilio. Allí continuaron su carrera literaria, pero sus obras no llegaron a España hasta muchos años después, de modo que no pudieron servir de apoyo a los nuevos escritores que surgían en esos años. Los que se quedaron, llevados por las circunstancias políticas, escriben obras en las que, en la mayoría de los casos, no se hace ninguna mención de la guerra o la posguerra. Son obras que tienden al escapismo, adscritas a un realismo crudo al que se dio el nombre de “tremendismo”, y en las que se intuye cierta crítica social.

Con este panorama comienzan a escribir los autores que se han clasificado tradicionalmente como “Generación del medio siglo”. La mayoría de ellos tienen estudios universitarios y manifiestan una gran preocupación social. Se dan a conocer al gran público gracias a los premios literarios, sobre todo al Nadal. Casi todos comienzan sus andaduras literarias cultivando el relato breve. Y, tanto en esas primeras composiciones, como en las posteriores predomina la objetividad: realizan verdaderos retratos de lo que les rodea. Para ello recrean el habla coloquial; hacen aparecer en sus obras a personajes marginales, dedicados a oficios pobres (fábricas, minas, pesca…) o delincuentes; ambientan muchas de sus obras en el mundo rural; utilizan técnicas impresionistas; retratan el éxodo rural… En muchas ocasiones la historia es lo de menos, lo que realmente interesa es mostrar un retrato de la sociedad del momento. De ahí que a este tipo de novelas se le llame “novela objetivista”.

Entre visillos de Carmen Martín Gaite, publicado en 1957, es un ejemplo claro de este tipo de novelas. Refleja la vida de un grupo de chicas de una ciudad de provincias. La trama, la llegada de Pablo Klein, un atractivo profesor de alemán, y lo que ocurre a su alrededor, no es más que la excusa para mostrarnos la opresión que la sociedad provinciana ejerce sobre sus habitantes que ven la vida pasar a través de los visillos de sus ventanas sin tener la valentía de hacer nada.

El conformismo, el aburrimiento, la falta de imaginación, la desilusión… son características comunes a todas las chicas: Julia mantiene una relación a distancia con un chico que estudia cine en Madrid y al que no puede ir a visitar porque “estaría mal visto”, vive dejándose llevar por la conducta que le impone su tía y por lo que su novio desea de ella. Mercedes es su hermana, enamorada de Federico, un pretendiente de Julia, en lugar de hablarle directamente de sus sentimientos, se acerca a él con el pretexto de ayudarle en la conquista de su hermana. Elvira parece, a simple vista, la más lanzada y decidida de todas, sin embargo, el luto por la muerte de su padre y su falta de decisión, la condenarán a un matrimonio con un hombre al que no quiere, pero al que es capaz de dominar, en lugar de una vida más sincera junto al hombre del que está enamorada, Pablo Klein. Gertru, con tan sólo 17 años prepara su boda con un piloto de aviones. Sabe que el matrimonio no le traerá la felicidad, la privará de poder continuar estudiando en el instituto y de la compañía de Natalia. Natalia calla y no cuenta a su amiga que su novio está con otras chicas, ella sí continúa sus estudios en el instituto, enamorada de Pablo Klein, da la impresión de ser la única capaz de ser un día la que se lance a vivir su vida en lugar de verla pasar.

Es indudable el valor que esta novela tiene dentro de la historia de la literatura española, pero, al leerla uno se da cuenta de que no es solamente eso, un titulo de los que te aprendes cuando estudias literatura en el instituto; sino que se trata de una apasionante novela que te atrapa desde el primer momento, a pesar de que apenas pasa nada, apenas hay acción en ella. Pero la descripción de la cotidianidad, el objetivo retrato social, de unos personajes tan normales, te emocionan.

Carmen Martín Gaite ha sido y es una de las escritoras de mas éxito de los últimos años dentro y fuera de nuestras fronteras. Nació en Salamanca el 8 de diciembre de 1925. Escribió cuentos, obras de teatro, novelas, ensayos. Gracias a la calidad de su literatura, fue la primera mujer a la que se le concede el Premio Nacional de las Letras. Pero este no es el único premio en su haber, fue una de las personas más, y mejor, premiadas del mundo de la literatura; obtuvo el Príncipe de Asturias en 1988 compartido con el poeta gallego José Ángel Valente [1929-2000], el Premio Acebo de Honor en 1988 como reconocimiento a toda su obra, el Premio Castilla y León de las Letras en 1992, Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes en 1997, Pluma de Plata del Círculo de la Escritura otorgada en junio de 1999 , con su ensayo Usos amorosos de la posguerra española recibió en 1987 el Premio Anagrama de Ensayo y el Libro de Oro de los libreros españoles. En 2000 se le diagnostica un cáncer que cerca de mes y medio después acabará con su vida el 23 de julio en una clínica de Madrid.

viernes, 1 de junio de 2007

Cabo de Gata.

Después de estar tanto tiempo sin contaros nada, hoy vuelvo al blog para hablaros del Parque Natural de Cabo de Gata. Se encuentra en la provincia de Almería, y, sin duda, junto con las playas de Calblanque y Calnegre, es uno de los últimos reductos de tierra virgen que quedan en el Levante español.

El Parque es muy grande, tiene unas 38.000 hectáreas, y la perfecta arquitectura de rocas, arena y mar, nos ofrece la posibilidad de disfrutar de paisajes maravillosos, de imágenes que nos remiten a su origen volcánico, y que no te importa estar observando durante horas.

Si sois aventureros y os gusta disfrutar de la naturaleza teniendo los pies en el suelo y no en el coche, tened en cuenta hay un gran numero de rutas de senderismo que os ofrecerán la posibilidad de poder hacerlo.

Uno de los lugares más bonitos del parque es el faro. Aunque no es una construcción demasiado grade, resulta imponente. Contribuyen a crear ese efecto, en primer lugar, la "carreterilla" que te lleva hasta allí: estrecha, llena de curvas, apoyada en precipicios… ¡y pensar que se trata de una antigua Nacional! Pero, a pesar del susto que te entra cuando te encuentras con un coche que viene de cara, las vistas durante todo el trayecto, son espectaculares.

Otra de las cosas que ayuda a crear esa sensación de grandeza del faro, es el lugar donde se asienta: una gran montaña de toca que sale al mar en forma de península, y que se rodea de cientos de pequeñas rocas sobre las que las olas golpean sin parar.

Pero son el cálido sol, el fuerte viento, el olor a salitre, el vuelo de los pájaros, el ruido de las olas… los que te piden que te sientes en una roca a embelesarte con lo que ves y con lo que sientes, y a olvidar, durante un ratito, que al día siguiente tienes que volver al trabajo.

Os recomiendo que visitéis el lugar y que aprovechéis para comer, muy bien, en cualquiera de los restaurantes que encontrareis de camino al faro, en todos ellos sirven un pescado fresquísimo que ha sido capturado en las aguas que veréis por la ventana.