domingo, 10 de junio de 2007

NO al concierto de bachilleratos.


A finales del mes de abril, los responsables del área de Educación del gobierno valenciano y los sindicatos, se reunían para discutir aspectos relacionados con la situación laboral de los profesores y maestros de la Comunidad Valenciana. Parecían no llegar a un acuerdo, de modo que uno de esos sindicatos convocó una huelga, que no fue mayoritariamente seguida por los docentes. Sin embargo, de un modo casi inexplicable, tras esa única jornada de paro, el gobierno valenciano decidió conceder algunas de las peticiones sindicales, entre ellas la subida del sueldo de los profesores de la comunidad (cuyo salario era de los más bajos de los docentes españoles).

Unos días después, sin que nadie lo esperara, el gobierno valenciano aprobó la ley por la cual, a partir del curso 2007-2008 se conciertan los bachilleratos privados. Esto significa que, con dinero publico, se subvencionará el 80% de la matricula en estos centros. Es decir, que si una familia pagaba unos 300 euros al mes porque su hijo estudiara en estos centros, ahora pasaría a pagar unos 30. Esta claro que no les interesaba hablar de esto cuando se negociaban otras cosas, porque, de haberlo hecho, los sectores implicados en la educación pública se les hubieran echado encima.

Supongo que los padres que tengan un hijo en un centro privado estarán dando saltos de alegría. He escuchado decir que esta es una medida que iguala a pobres y ricos, pero, si esto es así, ¿tendrán, realmente, las mismas opciones de conseguir una plaza en un centro privado mis hijos y los de Alicia Koplovich? Las diferencias de clase siempre existirán. Es más, a mí me da la sensación de que con medidas como ésta se acentúan todavía más. Os pongo un ejemplo: en otras comunidades autónomas, gobernadas por el PP, esta ley ya está en marcha. Los gobiernos no se han preocupado de la necesidad de dinero en los centros públicos y han destinado el dinero de los impuestos de sus contribuyentes hacia los centros privados. En Madrid, por ejemplo, muchos centros públicos no tienen oferta de Bachillerato porque no tienen alumnos y las autoridades no han hecho nada para asegurar que no se perdiera esa oferta. Entonces, yo me pregunto, ¿y si una familia no puede pagar 30 euros al mes para que su hijo estudie? ¿no estudia? . Entonces, ¿no estamos fomentando una educación para ricos y otra para pobres?

No acepto una ley que considero, como alguien ya ha dicho, legal pero inmoral. No acepto que el dinero público se destine a financiar lo privado. No acepto que no se puedan asegurar puestos de trabajo en el sector público y que se fomente la contratación de profesores en la enseñanza privada. No acepto la demagogia de unos políticos que “me venden la moto” de la igualdad entre pobres y ricos cuando fomentan la desigualdad social…. Y afortunadamente no soy la única que manifiesta su opinión ante algo que considera injusto, así que, desde aquí, va mi animo a los profesores, padres y alumnos que se están manifestando, realizando protestas, firmando manifiestos... para que esta ley no se lleve a la práctica.

Aquí tenéis una serie de enlaces a páginas que comentan el tema, porque la mejor manera de crearse una opinión sobre algo, es estar informado.

2 comentarios:

Musa Ambulante dijo...

Hola!

La verdad es que no pienso leer "La sombra del viento", precisamente porque está tan de moda y a todo el mundo le parece un libro tan genial que sé que así no me gustará ;)

Lo que cuentas es un ejemplo más de que en este país la educación y la cultura se respetan muy poco ;)


Mua!

Pinayara dijo...

Hola Musa.

Lo primero es darte la enhorabuena por tu blog, me gusta mucho esa manera de describir el exotismo de lo cotidiano, ofreces una imagen mítica de Barcelona y haces que los que te leemos deseemos ver la ciudad con el mismo prisma que tú lo haces.

En cuanto a “La Sombra del viento” debo decirte que, aunque yo tampoco soy una habitual lectora de best-sellers, pero he leído esta novela 2 veces: la primera por curiosidad, y me enganchó , sobre todo por las maravillosas descripciones de ambientes; la segunda por obligación, y, entonces me pareció folletinesca, repetitiva, llena de manidos tópicos, de acción más que previsible… pero me volvió a enganchar la facilidad de su autor para transportarte a la Barcelona de posguerra.

Muchas gracias por incluirme en tus enlaces.

Un beso.