Noche cerrada. Prisionera de su esfera de silencio y armonía, dormía ajena a aquello que no fuera tranquilidad y descanso.
-Las cuatro y cuarto. Otra vez.
Lo cogió y lo acercó a su pecho. No lo miró. Cerró los ojos y dormitó en silencio, dejándose mecer por las abrazadoras redes del duermevela.
-Las cuatro y media. Ya está.
Lo dejó y lo arropó. Lo miró. Él sonrió.
- ¡Cómo te quiero! Buenas noches, mi amor.
Con la ternura en su piel, volvió a la cama. Tumbada, con los ojos abiertos, se emocionó al pensar en la grandeza de la belleza de aquella sonrisa.
jueves, 11 de marzo de 2010
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1 comentario:
Precioso,
de la persona que mas te quiere.
Fran.
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