lunes, 8 de febrero de 2010

Me basta así, Ángel González.

Siento especial debilidad por los poemas sentidos y sencillos de Ángel González. Me encanta dejarme llevar por esa forma, aparentemente tan sencilla, de decir las cosas. Me atrapan sus palabras de amor. Me dejo llevar por el ensueño de sus frases. Me guía la belleza de sus ideas.
Quizás porque sabe cómo y cuánto me gusta este poeta, del que confieso que conozco muy poco y al que tengo que leer más, una amiga decidió leerlo en la ceremonia de mi boda.
Hoy he estado cotilleando en la Biblioteca Virtual Cervantes y me he encontrado con su voz y con este poema. Ahora quiero compartirlo con vosotros.
Me basta así.
Si yo fuese Dios
y tuviese el secreto,
haría
un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
-de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso-;
entonces,
si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día,
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo, mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando -luego- callas...
(Escucho tu silencio.
Oigo
constelaciones: existes.
Creo en ti.
Eres.
Me basta.)

Disfrutad de la voz de su autor

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