lunes, 26 de febrero de 2007

La trampa del arenal, Margarita Nelken

Margarita Nelken nació en Madrid en 1894. Y, aunque su gran vocación fue siempre la pintura (pintó, escribió ensayos sobre grandes pintores, dio conferencias y charlas sobre este arte, realizó críticas sobre cuadros y exposiciones...), hoy nos acercamos a ella en su faceta de escritora.

Si tenemos que resaltar un rasgo de su personalidad, sin duda, hay que elegir su compromiso social. Un compromiso que le lleva, en los años 20, a ser una de la líderes del feminismo en España. Pero su defensa de la causa feminista no deja de lado el papel de la mujer como madre: para ella la esencia femenina es una mezcla de constructo social y naturaleza. Luchó por la emancipación femenina, pero siempre partiendo de la defensa de la maternidad; y, aunque, aparentemente, esto pueda resultarnos contradictorio, no lo es: ella revisa las ideas tradicionales sobre la relación de la mujer con su cuerpo, pero no niega que exista dicha relación, y esa característica fisiológica es perfectamente compatible con la emancipación de la mujer.

Centra su lucha en lo que considera la principal necesidad de la mujer de su tiempo: la educación. Considera que la mujer debe conocer su sexualidad y debe saber como mejorar su higiene sexual. Otros temas que le preocupan son la desigualdad salarial, la prostitución, la situación de las madres solteras o de los hijos ilegítimos, la igualdad jurídica de hombre y mujeres... Temas que aborda en un ensayo anterior a la obra que hoy nos ocupa, titulado La condición social de la mujer en España.

En los años 30 se afilió al Partido Socialista, y este hecho marcará un cambio con respecto a su feminismo. El partido pensaba que la reforma de las mujeres era un logro más de los que se obtendrían con la reforma socialista que tenía que llegar. Esto hizo que Nelken se centrara más en la lucha por la revolución social, y que abandonara la reivindicación directa de género. La llegada de la Guerra Civil en 1934 y su afiliación ahora al Partido Comunista, hará que se convierta en el modelo de mujer revolucionaria implicada en una lucha por el bien común. Su participación en la Guerra fue, además, muy importante, puesto que. como en esa época era diputada, tuvo poder militar durante la contienda. Defendió la labor de la mujer en la retaguardia con una gran disciplina de partido, aunque ella estuvo en el frente hasta el final. Muy significativa a este respecto, y quizás su imagen más famosa, es la foto en la que se observa a Nelken vestida de miliciana con su fusil al cinto. (Esta imagen pertenece al libro de Antonina Rodrigo, Mujeres para la historia)


Con el fin de la Guerra llegó el exilio en México, donde vivió hasta 1968, año en el que murió. Donde siguió escribiendo y cultivó su gran pasión: la pintura.

La trampa del arenal es su única novela. Fue publicada en 1924 y en ella nos cuenta la historia de la vida de Luis, un hombre perteneciente a la burguesía que deja el pueblo para estudiar en Madrid. Allí conoce a Salud, una chica sin recursos económicos que trabaja en una papelería donde disfruta soñando que un día será como esas señoras adineradas que van a comprar allí. Luis la pretende, sin mucho éxito al principio, pero la chica pierde el trabajo, y su única opción de salir adelante es aceptar ser la mantenida de un policía. De modo que acepta los requerimientos de Luis. Comienzan sus relaciones con intereses muy distintos: él pretende que aquello se quede en una simple aventura, pero ella quiere algo más. Algo que consigue cuando se queda embarazada.

Cuando la familia de él se entera de lo sucedido, hace que su hijo actúe con responsabilidad y se case con ella. Luis les promete que acabará los estudios, pero nunca lo hará. Su vida se transforma en una pesadilla: vive atrapado en un trabajo que odia y su mujer ha perdido sus imitadas formas burguesas y lo trata con desprecio; en definitiva, siente que se ha equivocado y que esa no es la vida que quiere vivir, aunque se siente condenado a esa rutina eternamente.

En este estado de desesperación conoce a Libertad, su vecina de al lado. Le llama mucho la atención su aspecto andrógino, el hecho de que siempre vaya sola, su independencia... Poco a poco establece una relación de confianza con ella, y se va dando cuenta de que ese es el tipo de relación que le gustaría tener con su esposa, que esa es la esposa que querría tener. Su padre ha muerto y Salud está en el pueblo consolando a María del Rosario, la madre de Luis; y eso le permite establecer esta amistad con su vecina.

A la vuelta de Salud, obligatoriamente la relación se enfría. La hija del matrimonio cae gravemente enferma y Luis permanece a su lado cada segundo. Cuando estos días negros pasan, Luis busca a Libertad sin encontrarla, y cuando lo hace, ésta le dice que se va a trabajar a París, que esa situación no puede seguir adelante y que lo esperará allí. Luis sabe que esa es la despedida de sus anhelos, y confirmará esa sensación cuando, a la vuelta a casa, Salud le diga que está de nuevo embarazada.

La novela nos muestra una galería de las mujeres de la época. Estableciendo una relación entre la obra y la postura ideológica de Margarita Nelken durante los años 20, debemos prestar especial atención a estas mujeres:
  • María del Rosario encarna a la burguesa tradicional. Es una mujer autoritaria que ha sabido dirigir su hogar y que asume un papel de retiro a la muerte de su esposo. Cuando él muere y se da cuenta de que está en la ruina, se niega a que sus hijas estudien para poder tener un trabajo que les permita la independencia económica; asume que tiene que esconder su vergüenza retirándose a una casa más pequeña, sin más.

  • Encarna, la amiga de Salud, mantenida de un señor rico y que los visita asiduamente, representa aquello en lo que se podría haber convertido Salud de haber optado por ser la mantenida de un policía. En ocasiones, la esposa de Luis manifiesta su agrado ante la forma de vida, llena de lujos, que lleva su amiga.

  • Salud es la mujer capaz de todo si con ello consigue lo que quiere. Y lo que ella anhela desde el primer momento es un ascenso social. Luis es el medio para conseguirlo y lo utiliza, aun sabiendo que con ello convertirá al chico en un hombre desgraciado cuya vida no tiene sentido. Utiliza la maternidad como el medio para que su marido esté a su lado, y asustada por la enfermedad de su hija, que lo es todo para ella (principalmente su visado para una vida burguesa), queda de nuevo embarazada, anulando así todas las expectativas de libertad de Luis.

  • Libertad, su vecina, representa, como su propio nombre indica, la libertad para Luis. Pero los convencionalismos vencen a la camaradería y al amor que hay entre ellos. Ella es una mujer independiente, autosuficiente, que se ha hecho a sí misma. Pero le falta algo: un hijo. En una ocasión ella comenta que lo único que le ha quedado por hacer en la vida es haber sido madre, y esto casa con las ideas de Nelken acerca de la maternidad. Quizás con esto, la autora nos quería demostrar que los hijos que para Salud son sólo moneda de cambio, para Libertad hubieran representado su realización completa como mujer; porque, al fin y al cabo, y como dice esa famosa frase, "el mundo está mal repartido".
Animaros a leerla.


jueves, 22 de febrero de 2007

París I: La Torre Eiffel

Estas Navidades estuve en París. Era la primera vez que visitaba esa ciudad y lo cierto es que estar allí me produjo sentimientos muy contradictorios: La ciudad es preciosa y entusiasma por su belleza a todo aquel que la visita; pero, para aquellos que tenemos una imagen más bohemia de la ciudad, que pensamos en ella como la cuna del decadentismo, con plazas llenas de pintores, con cafés en los que se escribe y se recita poesía... para aquellos que nos hemos quedado en una visión de la ciudad que responde más a los últimos años del XIX y primeros del XX, supone un gran choque darte cuenta de que, hoy en día, es una gran ciudad turística en la que domina, como en todas las grandes capitales, la impersonalidad.

A pesar de eso, y quizás por eso, lo que más me gustó de París no fueron sus grandes monumentos, sino sus calles y sus barrios. Os recomiendo callejear por el Barrio Latino, por la zona del Ayuntamiento y del Centro Pompidou. Es impresionante que todo el mundo esté en la calle a pesar del frío y de la molesta y continua lluvia. Y es que, lo de "Ciudad de la Luz" es un apelativo que no se ganó París por luminosidad, sino por ser la primera ciudad europea que instaló la luz eléctrica en sus calles.

Con este artículo comienzo una serie en la que os iré enseñando cositas de París. Y, como no, lo primero que me gustaría mostraros en la Torre Eiffel.

Su nombre le viene del ingeniero que la construyó con motivo de la Exposición universal de 1889, Gustave Eiffel. En sus primeros años, los parisinos consideraban este monumento como un monstruo de acero, hoy en día, sin embargo, ningún parisino duda de que se ha convertido en un símbolo, ya no sólo de la ciudad, sino de toda Francia.

Tiene una altura de 300 metros, pero, junto con la antena de radio que se encuentra en su cúspide, la torre llega a medir 324 metros. Y, ¡son muchos metros!, os lo digo yo, y te das cuenta, no sólo cuando la miras desde el suelo, sino, y sobre todo, cuando observas París desde el mirador que hay en el último piso, ¡es impresionante!

He leído en algún sitio que Gustave Eiffel, antes de construirla en París, presentó el proyecto a la ciudad de Barcelona, con motivo de la Exposición Universal que celebró esta ciudad en 1888, pero la capital catalana la rechazó porque pensaron que era una construcción demasiado extraña, y cara, y que no encajaría en la ciudad. Esto hizo que Eiffel presentara su proyecto al Ayuntamiento de París, que sí lo aceptó. Es curioso, ¿verdad?, si el ayuntamiento barcelonés hubiera dicho que sí, ahora sería, junto con los toros, el flamenco y el sol, el símbolo de nuestro país.


Pero no sólo impresiona la torre, impresionan, casi más, las colas que se forman para subir a disfrutar de las maravillosas vistas que ofrecen sus miradores. Si vais a visitarla no os despistéis: se puede subir por dos de las cuatro patas, la cola más larga es la de aquellos que suben la primera planta en ascensor, y, la corta, la de los que suben a pie. Yo os aconsejo que subáis a pie. No son demasiados escalones y te permite observar más de cerca los entresijos de la torre. Una vez allí, si estáis cansados de tanta escalera, podréis acceder al resto de plantas utilizando los ascensores, pero no creáis que su precio está incluido en la entrada que plagasteis al principio, se paga a parte. Pero si ya has llegado hasta allí, no puedes plantarte, hay que subir hasta arriba, y no sólo por las vistas, que son maravillosas, sino también por la impresionante subida en ascensor.
Aquí tenéis algunas fotos de la ciudad desde los miradores de la Torre Eiffel:


Y por último deciros que hay que ver la Torre de día, pero también de noche. Porque su principal encanto reside en su espectacular iluminación.

viernes, 16 de febrero de 2007

¿Has oído hablar de Marcos Ana?


Yo no, no había oído nunca ese nombre. Y realmente no lo oí, sino que lo leí; y fue en un artículo que él mismo escribió con motivo de un homenaje que se brindó a María Teresa León en un curso de verano de la Universidad del Escorial. En él contaba cómo había sido su vida durante la Guerra Civil y el posterior franquismo. Y, me atrajo tanto su historia y su forma de contarla, que decidí investigar sobre él.

Marcos Ana es el seudónimo del poeta Fernando Macarro Castillo. Nació en 1921 en una familia de campesinos. Nada más comenzar la guerra decidió alistarse en las filas republicanas, pero era demasiado joven, de modo que tuvo que esperar hasta 1938 para hacerlo. El final de la guerra se acercaba y él no pertenecía al bando de los vencedores, de modo que se retiró a Alicante. En su puerto se refugió esperando la llegada de un buque que los rescatase, pero este no llegó y fue apresado por el bando franquista. Su destino fue un campo de concentración de Albatera, donde estuvo pocos días, pues pronto escapó. Pero fue nuevamente detenido y condenado a muerte. Fue encarcelado en el penal de Burgos, y a la espera del cumplimiento de su condena sufrió palizas, insultos, hambre, frío, períodos de incomunicación y vejaciones. Pero siempre fue el valiente compañero que alentaba a la resistencia. Resistencia que atambién organizaba: mantenía correspondencia, burlado toda la seguridad de la prisión, con exiliados republicanos; organizaba obras de teatro, a escondidas de los funcionarios, en la prisión; realizaba, siempre en la más absoluta clandestinidad, homenajes a la República; organizó una biblioteca de "libros prohibidos" que burlaban todos los controles y que lograban entrar en la prisión...

Además, en estos largos años durante los que permaneció en la cárcel, se aficionó a la lectura de los clásicos. En la poesía encontraba una vía de escape, y en la década de los 50 comenzó a escribir sus primeros poemas, y lo hizo con el seudónimo de Marcos Ana. Y gracias a ellos, aunque Fernando Macarro estuviera encerrado, su voz no lo estaba. Una voz que llamaba a combatir la Dictadura con la palabra y que hacía un llamamiento a la liberación de los presos políticos. Y que encontraba cobijo entre los intelectuales exiliados que vivían fuera de nuestras fronteras, y los que se quedaron y callaron sus voces y sus corazones. Éstos, junto con Amnistía Internacional, pidieron su liberación, y la consiguieron en 1961. Claro está que esto no le permitió vivir en su país añorado, y tras permanecer varios años en París, volvió a España en 1936.

Desde el día que supe de él busco desesperadamente sus poemas. Y no he tenido toda la suerte que me gustaría, pues apenas he encontrado algunas páginas en Internet en las que leer algunos de ellos. A ver qué os parece éste que es puramente autobiográfico:

MI CORAZÓN ES PATIO
1.
La tierra no es redonda:
es un patio cuadrado
donde los hombres giran
bajo un cielo de estaño.
2.
Soñé que el mundo era
un redondo espectáculo
envuelto por el cielo,
con ciudades y campos
en paz, con trigo y besos,
con ríos, montes y anchos
mares donde navegan
corazones y barcos.

Pero el mundo es un patio.
(Un patio donde giran
los hombres sin espacio.)

3.
A veces, cuando subo
a mi ventana, palpo
con mis ojos la vida
de luz que voy soñando.
Y entonces digo: "El mundo
es algo más que el patio
y estas losas terribles
donde me voy gastando".
Y oigo colinas libres,
voces entre los álamos,
la charla azul del río
que ciñe mi cadalso.
"Es la vida", me dicen
los aromas, el canto
rojo de los jilgueros,
la música en el vaso
blanco y azul del día,
la risa de un muchacho...
Pero es soñar despierto.
(Mi reja es el costado
de un sueño que da al campo),
4.
Amanezco, y aya todo
-fuera del sueño- es patio:
Un patio donde giran
los hombres sin espacio.
¡Hace ya tantos siglos
que nací emparedado,
que me olvidé del mundo,
de cómo canta el árbol,
de la pasión que enciende
el amor en los labios,
de si hay puertas sin llaves
u otras manos sin clavos!
Yo ya creo que todo
-fuera del sueño- es patio.

(Un patio bajo un cielo
de fosa, desgarrado,
que acuchillan y acotan
muros y pararrayos.)

5.
Ya ni el sueño me lleva

hacia mis libres años.
Ya todo, todo, todo
-hasta en el sueño- es patio.
Un patio donde gira
mi corazón, clavado;
mi corazón, desnudo;
mi corazón, clamando;
mi corazón, que tiene
la forma gris de un PATIO.
(UN PATIO DONDE GIRAN
LOS HOMBRES SIN DESCANSO)

Aquí podéis encontrar un estudio sobre su obra poética
Si os apetece verlo y escucharlo.
Y si queréis leer sus poemas.

miércoles, 14 de febrero de 2007

Surcos, José Antonio Nieves Conde.


¿De verdad creéis que el único cine que se hacía en España en los años 50 y 60 es el que vemos en Cine de Barrio? Afortunadamente no es así, y Surcos es un claro ejemplo de cine comprometido que muestra la España real de comienzos de los 50, quitándole ese glamuroso barniz con el que se pintaba a un país sumido en el hambre, en la ignorancia, en la pobreza... La Colmena en literatura, Historia de una escalera en teatro, y Surcos en el cine; serán los precedentes de una corriente cultural, el Realismo social, que muestra las cosas tal y como son, sin censuras y sin adornos. Esta reseña inaugura una serie de artículos que tratarán sobre películas de este período.

Las ciudades españolas recibían a comienzos de los 50 a cientos de personas que huían de la vida en el campo. Se trata del éxodo rural que convirtió las ciudades en espacios impersonales en los que hombre y mujeres alojados en ciudades-dormitorio trabajaban en lo que fuera para poder salir adelante. La película se sitúa en este momento de nuestra historia.

Este que veis en la foto es el cartel original de la película, cartel que por su fuerte simbolismo fue censurado, y no ha sido hasta ahora, hasta la aparición de la película en DVD, hasta que no hemos podido disfrutarlo. Resume perfectamente el argumento del film: una familia del campo de Salamanca, llevada por un deseo de prosperar económicamente, se trasladan a Madrid para comenzar allí una nueva vida. Pero la ciudad que les acoge no es tal y como ellos la imaginaban. Es una ciudad de los oprime, los asfixia, los envilece, los maltrata.

Se instalan en una corrala madrileña, viven realquilados en la casa de unos parientes lejanos que, años atrás llegaron a Madrid. Con mejor o peor suerte, todos comenzarán pronto a trabajar. El hijo mayor, Luis, ya conocía la ciudad y es el que antes se adapta a ella. Trabaja para el Chamberlán, un señor muy elegante con cierto estilo inglés y dueño de un bar, es su chófer. Pero las aspiraciones de ascenso social de Pili, su novia, hacen que acabe metiéndose en los negocios sucios de su jefe.
Pili es la hija de esa pariente lejana que los tiene realquilados. Se dedica a vender cigarrillos por las calles a escondidas de la policía. Harta de esa vida, piensa que sólo un hombre puede sacarla de ella. Lo intenta con el "Mellao", un chulapo madrileño que también trabaja para el Chamberlán. Pero la aparición de Luis, y los malos tratos a los que la somete, hacen que lo abandone.
Antonia es la única hija de este matrimonio, inocente y un poco ingenua, se entusiasma y se enamora de la ciudad: del bullicio, del folclore, de la gente... Por mediación de Pili consigue trabajar como criada en la casa de la amante del Chamberlán. Pero una noche, anonadada ante las ropas y los complementos de su ama, se prueba unas medias de seda de ésta y en ellas aparece un "surco", que nos anuncia el comienzo de su caída. El Chamberlán, interesado por ella, aprovechará que la chica se ha quedado sin trabajo para pagarle los estudios de canto y baile en una academia, con promesas de un pronto debut teatral.
El hijo pequeño es el que menos suerte tiene. Encuentra trabajo en una tienda de ultramarinos y en un reparto le roban la mercancía. Esto le supone el despido y la deuda de lo robado. De modo que, ante el disgusto de sus padres huye de casa. Está a punto de morir de hambre cuando es encontrado por unos titiriteros, los únicos habitantes de la ciudad que se presentan de forma positiva, que lo alojan en su casa y le enseñan la profesión.
La madre es la que primero se endurece en la ciudad. No sabe muy bien cómo debe actuar y hace lo que le dicen otras personas que, por vivir en la ciudad, ella considera más sabias. De esa mujer cándida que se nos muestra al principio, pasa a ser un "sargento" que hace que su marido, que ha fracasado en todos los trabajos que ha encontrado, como castigo, se ocupe de las tareas de la casa.
El desenlace es muy rápido: el Chamberlán consigue seducir a Antonia, y cuando Luis le pide explicaciones, no sólo no se las da, sino que, además lo despide. Luis, sin trabajo, decide sacar dinero llevando a cabo, solo, uno de esos "trabajos" ilegales que hacía para su jefe. Pero un chivatazo del "Mellao" acaba con su vida. Y la familia se encuentra viendo un surco en la tierra, aquel que contiene el ataúd de su hijo. Es en este momento cuando se dan cuenta de que su lugar no es ése. Deciden volver al pueblo, con la vergüenza de la deshonra, sin los lujos que otros paisanos suyos traían de las ciudades.
Pero éste no era el final que el director planteó para la película: en el final censurado la familia volvía al pueblo, pero, al bajarse del tren, Antonia, la hija mejor, se escapaba y cogía otro tren hacia Madrid, insinuando, de alguna manera, que su porvenir en la ciudad pasaría por la prostitución.

Sin embargo lo mejor de la película no es su argumento, el hecho de que se nos presente casi como un documental del Madrid de 1951, ni la denuncia social que plantea. Lo mejor es que es una película atemporal, que hoy se entiende perfectamente si adaptamos su trama a nuestros tiempos y al drama de la inmigración. Es una historia vista desde un prisma de total objetividad, sin almíbares, na película de denuncia como las que, lamentablemente, ya no se hacen.

Os la recomiendo.


sábado, 10 de febrero de 2007

Mi primera vez.

Sí, esta es mi primera vez, "blogetaria", eso sí, y si es que esa palabra existe.

Determinar ahora cuáles van a ser los contenidos de este blog, es muy difícil, y lo es, principalmente, porque ni yo misma lo sé. Lo único que tengo claro es que quiero que me sirva de desahogo, de medio para sacar las tensiones, de forma para liberar el estrés... Sí, pero ¿cómo?, pues dando mi opinión, a través de él (como está claro), sobre todo aquello que me interesa: literatura, cine, política, educación... Y como ese es mi propósito, y es un propósito muy individualista y un tanto egocentrista, dudo mucho que este blog se convierta en un medio de comunicación entre mis lectores y yo, pero reconozco que me gustaría ver comentarios a mis posts que me demostrasen que mis palabras llegan a algún sitio, que no caen en saco roto.

Sirvan estas breves líneas como exposición de principios y declaración de intenciones. Intenciones que espero convertir en hechos, si es que este lío que supone la creación de un blog, no me lo impide.