viernes, 14 de mayo de 2010

Millenium, Stieg Larsson.

Debo de ser de las pocas personas que todavía no habían leído a Stieg Larsson y, si no lo había hecho hasta ahora, desde luego que no era por falta de recomendaciones. Recuerdo perfectamente a mi compañera M. José contándonos lo enganchadísima que estaba a Los hombres que no amaban a las mujeres cuando apenas nadie en España hablaba de esa novela. M. José lo lee todo, a mí me encanta regalar libros, pero a ella nunca le regalaría uno, pienses lo que pienses ella lo tiene o lo ha leído. Unos meses después empecé a oír hablar mucho de esta novela, otra compañera nos contaba en el recreo mientras nos fumábamos un cigarro en la puerta del instituto, que había empezado la novela a las cuatro de la tarde tumbada en su terraza y que se había levantado del asiento a las tres de la mañana. Ante tanta recomendación, no cabía otra posibilidad más que leer la primera novela de una trilogía de la que ya estaba a la venta la segunda parte. Así que lo empecé y a las 20 páginas lo dejé totalmente aburrida. En otros momentos de mi vida he sido incapaz de no acabar un libro, aunque no me gustase nada. Ahora le concedo 20 páginas y si no me enganchan, los dejo, hay millones de obras interesantísimas que leer. Pasaron unos meses y yo no daba crédito a tan buena opinión sobre estas novelas, me hablaban de ellas personas que habitualmente no leen y que confesaban haberse enganchado completamente a la historia de Larsson, así que decidí comenzarla de nuevo. Llegué hasta la página 30, la dejé en la estantería y ahí se quedó durante meses. Hace 4 ó 5 semanas, Fran dormía y decidí ordenar un poquito el dormitorio. Recogí los libros que seguían fuera de su estantería y entre ellos me encontré con de nuevo con él. Lo cogí y lo empecé a hojear. Todavía tenía en la página 30 el papelito que marcaba que me había quedado por allí, lo quité y comencé a leer. Hace 2 semanas acabé La reina en el palacio de las corrientes de aire, el último tomo de la trilogía. Llevaba tiempo sin engancharme tanto a un libro. Salander me conquistó, necesitaba saber de ella y cómo acabaría su historia. Me parece un personaje fascinante. Uno de esos personajes a los que cualquier autor querría crear.
Reconozco que no soy una lectora asidua de novela negra. No me gusta demasiado el género, supongo que será por el enorme desconocimiento que tengo de él. Sin embargo estas novelas me han parecido cautivadoras y adictivas. Añade morbo a esta trilogía la historia de su autor: un periodista de una revista gran conocedor de la extrema derecha suecaal que le encantaba la novela negra y que falleció sin ver sus títulos publicados.
Los hombres que no amaban a las mujeres me presentó al típico periodista inteligente, guaperas y rodeado de mujeres Mikael Blomskvist, y me atrapó con la complicada personalidad de Lisbeth Salander. Además de hacerme reflexionar sobre el hecho de que haya tantas mujeres víctimas de violencia por parte de hombres, generalmente por aquellos hombres que la rodean y que deberían protegerla de cualquier sufrimiento.
La chica que soñaba con un bidón de gasolina y una cerilla ha sido la que más me ha gustado. Es aquí donde realmente conocí a esa mujer atrapada en un cuerpo de adolescente, y es aquí donde realmente comprendí su forma de ser y de actuar.
La reina en el palacio de las corrientes de aire ha sido el que menos me ha gutado, a pesar de eso lo leí en tan solo una semana. Creo que es el menos logrado y que le sobran 100 páginas, las explicaciones sobre la organización legal y constitucional de Suecia se podrían haber resuelto en menos páginas.
Recomiendo fervientemente la lectura de estas tres novelas que te envuelven en una trama que no deja de sorprenderte y que te hacen conocer de Suecia algo más que las tiendas Ikea.