miércoles, 12 de septiembre de 2007

Un poema de Rafael Courtoisie.

Este verano he tenido la suerte de leer un buen número de poemas escritos por poetas hispanoamericanos nacidos en torno a 1960. Es un placer comprobar que gracias a ellos la poesía sigue vive y en buena salud física. Es evidente que los tiempos han cambiado, y que este mundo de placeres efímeros y urgencia consumista no deja demasiado hueco a la lectura pausada y reflexiva de un buen poema, y eso, que es algo sabido por estos jóvenes autores, se manifiesta en textos rápidos y enérgicos que muestran la realidad con toda su crudeza.

He pensado que os gustaría conocer a algunos de los nuevos poetas de hoy, quién sabe si no se convertirán en los clásicos de mañana. Así que comienzo con el uruguayo Rafael Courtoisie: nació en Montevideo en 1958 y tiene en su haber el VIII premio Fundación Loewe de 1995. No tengo el placer de conocer toda su obra, pero, de entre los poemas que he leído escritos por él, éste que hoy os muestro me gustó muchísimo, su sencillez me hizo reflexionar sobre la belleza de transformar lo cotidiano en objeto poético. Espero que os guste.


Objetos de silencio.

En una reunión, en medio de la conversación animada
cae, de pronto, una piedra invisible que provoca la
interrupción del diálogo. Los rostros se miran incómodos y
alguien carraspea.
La tensión dura apenas segundos, hasta que alguien decide
recoger el objeto y reanudar el diálogo con una frase
común. Pero en la habitación queda una marca indeleble
que las palabras no pueden ocultar.